Navidad Es El
Momento Para Decir “Te Amo”
“Christmas is the time to say “I love you”
Share the joys of laughter and good cheer
Christmas is the time to say “I love you”
And a feeling that will last all through the year …”
Era
una de las fechas más esperadas, más allá de las piñatas y convivios, era la
oportunidad de demostrarle a ese alguien lo que sentíamos por él o ella.
Los preparativos se avistaban desde inicios del mes de diciembre. Fuimos la
primera generación que nos tocó ver las famosas luces que iluminaban toda la
escuela. Cada calzada, cada rincón estaba lleno de luz, aunque, afortunadamente,
siempre hubo espacios en donde los tórtolos podían demostrar su amor
apresurado.
El primer ritual era organizar el
famoso intercambio de salón. Después de acaloradas discusiones se decidía sobre
el monto del regalo, podía ser desde un peluche, un chocolate o hasta un precio
razonable, todo dependía de quienes lo organizaban. Algunas veces, dicho trueque
era orquestado por la jefa de grupo (así le decíamos a la maestra a cargo del
grupo).
Luego, vendría la definición de cuál sería el platillo para degustar para esa ocasión. Había ideas descabelladas como trompos de tacos árabes, a pizzas, hamburguesas, ensaladas navideñas, pambazos de mole, medias noches, lomo adobado, espagueti, o sopa de codito… todo dependía del precio o de la simpatía de quién ofrecía el platillo. Finalmente, llegaría la determinación de aceptar o rechazar el romper la piñata. Dependía del momento en el que nos encontrábamos, si estábamos en secundaria no era tan mal visto, pero si estabas en prepa, pues era un tema un poco infantil, pero al fin de cuentas estábamos ansiosos por romper la piñata (aunque lo disimulábamos muy bien).
Poco antes de llegar a la fecha indicada para iniciar las festividades decembrinas, éramos sometidos a las acostumbradas evaluaciones académicas.
- - Se
pasan – me dijo Lalo.
- -
Y
¿ora? – pregunté.
- -
Nos
pusieron matemáticas y física el mismo día – refunfuñó.
- -
¡Ni
Pepe! – me atrevía a decir.
- -
¡No
seas mamón! – se justificó.
- -
Oye,
tienes los apuntes completos de física – me preguntó Abel.
- -
Creo
que sí – titubeé.
- -
¡Préstamelos,
no seas ojeis! – me pidió.
- -
¡Ora!
– abrí mi mochila y saqué mi carpeta - ¡no los vayas a perder!
- -
¡Cómo
crees! Ni que fuera tan güey – la tomó y se alejó.
- -
¿Y
quién te tocó de intercambio? – me preguntó Lalo.
- -
Una
chava… no recuerdo su nombre – dije con indiferencia.
- -
O
no me quieres decir – sonrió.
- -
¡No!
Para nada. La verdad no recuerdo el nombre de la chica – terminé la oración. Él
esperaba mi pregunta sobre el mismo tema. La cual no llegó.
- -
Pues
a mí me tocó ya sabes quién – se sonrojó.
- -
¡Qué
suerte tienen los que no se bañan! – le respondí tranquilamente.
La
angustia de los exámenes mensuales se extendía por una semana. Pero a
diferencia de otras ocasiones, sólo nos los aplicaban en la hora de clase. Mientras
las materias que no tenían evaluación continuaban con sus actividades normales.
Poco
a poco, veíamos cómo iban colocando las luces navideñas que nos habían pedido. La
novedad en ese momento, eran las luces con sonido. Todos esperábamos ver la
iluminación y escuchar el sonido de las cajitas musicales que se sincronizaban
con el prender y apagar de dichas luces.
Hubo
novedades en ese año, cada escuela, de kínder a prepa pasando por las escuelas
de talleres, colocaron nacimientos. Empezaron a colocar los estanquillos donde la
asociación de padres de familia vendería alimentos para recaudar fondos para la
banda de música, de guerra y necesidades que la escuela tenía. La rondalla y el
coro ensayaban villancicos. También empezaron a llegar los juegos mecánicos,
tradicionales, que se colocaron en el Patio de Honor.
Después
de recibir nuestras calificaciones (qué eran una señal de que las festividades
se acercaban) sería el preámbulo a la última semana de actividades normales. Último
viernes de clases, era la fecha para que todas las actividades programadas se
abrieran ante nuestros ojos. Desde la mañana, como era costumbre en nosotros,
nos encontrábamos en la escuela. Llegábamos temprano a la escuela para jugar
una cascarita de futbol para luego escaparnos a Chispitas o Chavito a jugar
video juegos. Ya entrada la mañana, nos subíamos a los juegos mecánicos.
- -
A
mí me tocó Martín – dijo una compañera. Me levanté y recibí mi regalo. Por norma,
después de recibir tu regalo, tenías que entregar el tuyo.
- -
A
mí me tocó… - me quedé mudo, tratando de recordar su nombre – Elsie – finalmente
recordé.
- - ¡Muchas gracias! – me dijo al recibir su presente.
Desafortunadamente,
si no te tocaba darle un regalo a esa persona que te gustaba, sufrías un ataque
de celos que tenías que contener. Muchas veces, la persona que le tocaba darle
su regalo a esa persona especial para ti, veías cómo se engolosinaba en el
abrazo. Sentías el calor subir por tu estómago y un ardor llenaba tus ojos,
pero tenías que aparentar madurez.
Terminado
el convivio, se rompía la piñata. Yo nunca fui bueno en pegarle ni mucho menos
en aventarme para recoger dulces, sólo hacía mi labor de forma discreta. Una vez
terminados esos menesteres obligatorios. Nos íbamos a uno de los dos bailes que
había. Como de costumbre, estaba el de la cafetería de la 10 sur y el del
Gimnasio. La única diferencia, que era habitual, consistía en que el de la 10
era con música mezclada por un disc jockey, mientras que el del Gimnasio era
con una banda en vivo y música mezclada. El decir a cuál ir, dependía de qué
era lo que ponían o tocaban. Por lo general el del Gimnasio siempre era el más
concurrido.
Era
en ese momento donde las cosas cambiaban. Podías quedarte con ya sabes quien
o continuar con tus amigos, todo dependía de el acuerdo que habías arreglado
previamente. Para mi fortuna, siempre hubo congruencia en esas fechas, me
encontraría con mi ya sabes quien antes de que el alumbrado navideño fuera
inaugurado.
Subíamos
y bajábamos de los juegos mecánicos, algunos compraban viandas en los puestos
de comida, otros íbamos a alguno de los bailes y le sacábamos brillo al suelo
con ya sabes quién. La tarde se iba como agua entre las manos, y antes
de las 7 de la noche, cuando ya estaba oscuro, procedíamos a encontrarnos con
nuestras ya sabes quién en el punto de inicio. Todo comenzaba en la
entrada del Boulevard 5 de Mayo. Las autoridades ya estaban ahí a punto de dar iniciado
el evento. La banda de música, guerra y panderos se encontraban perfectamente
formados esperando el inicio. Después de un discurso, procedían a encender las
luces que se encontraban frente al edificio de preparatoria.
La
caravana de alumnos, padres de familia y bandas, se desbordaban por la calzada
que se encuentra a un lado del Gimnasio y del Edificio Nuevo (ahora ya no lo
llaman así). Subíamos a la calzada que se encuentra enfrente de la cafetería de
la 10 Sur. Bajábamos las escaleras e íbamos a la calzada que va de la
secundaria a la primaria, justo enfrente del estacionamiento de maestros. Regresábamos
y caminábamos el pasillo que esta entre la secundaria, a un lado de la primaria
y que llegaba hasta el kínder. Mientras todo eso ocurría, la banda de música y
guerra amenizaban el encendido con música navideña.
Los
nacimientos de las escuelas eran inigualables. El coro y la rondalla se
escuchaban más allá, tocando y cantando villancicos. La gente se arremolinaba
en las calzadas ya iluminadas. Era un momento mágico, se veía la alegría en los
rostros de los niños, jóvenes y padres de familia. Era todo un acontecimiento.
Ese
momento era una de las pocas oportunidades en donde todos los amigos nos
encontrábamos junto con nuestras ya sabes quién. Caminábamos tomados de
la mano, cada uno con su cada cual, mirando, disfrutando, sintiendo la alegría,
soñando con el amor.
Aunque
el tiempo se estaba terminando, todavía quedaba un pequeño resquicio para
darnos una escapada al baile grande, al del Gimnasio, y bailar, abrazados con
nuestras ya sabes quién, y darle un adiós al año, esperando que los sueños
se cumplieran bajo el árbol de Navidad.
“… So when spirits grown
lighter
And hopes are shinin’
brighter
Then you know Christmas
time is here.”
Christmas is the time to say “I love you”
Billy Squier
1983